Historia real, retrato de una búsqueda de la que nadie, en algún punto, escapará. La autora, como parte de una familia que reajustó rutinas y costumbres para no desmoronarse después del accidente automovilístico que dejó al menor de los hermanos con una discapacidad severa, centra su narración en lo que ahora implica afrontar la súbita muerte del padre. Sostenida y confrontada por los amores de su vida, Eliza Puente descubrió que al hablar de lo que sólo su padre escuchó en la desesperación de su duelo –por medio de íntimas cartas que permanecieron inicialmente como refugio de una hija experimentando la orfandad–, escribió un libro en el que de forma irreverente y auténtica cuestiona lo que nuestra cultura postula adecuado para resignificar vida y muerte.
Quien se aproxime ocupará un lugar en el difícil viaje de hallar consuelo. Al mismo tiempo, será tentado a expresarse con libertad, al saber todo permitido con el fin de encontrar la única verdad válida: la que encierra su propia voz. Es un libro hermoso, capaz de espejear el corazón de cualquiera, porque habla de lo que sentimos al amar, perder y ganar. Sorprenderá al lector al hacerlo reír, envalentonarlo y, quizá, removerle algunas lágrimas.