“Poesía: muñeca rusa”, dice Orlando González Esteva. Mi vida con los delfines nace como una poética destinada a acompañar un libro de redondillas (Escrito para borrar), pero el proyecto se independiza y adquiere una marcada propensión a derivar en un desbordamiento de figuraciones.
En la lucha del autor por establecer los límites de una elemental integridad, el texto alcanza la consistencia de ese solo pensamiento que recorre, zigzagueante, los cuatro versos de la estrofa que González Esteva cultiva. Si Escrito para borrar es un libro urdido con el espíritu del mirón. Mi vida con los delfines representa un renovado atisbo del poeta-voyeur, un agujero abierto en la triple interlínea de cada redondilla: el espionaje accionado sobre la gota verbal.