A mediados de la década de 1950, poco después de la publicación de Aullido y de En el camino, Jack Kerouac y sus cómplices, ahora famosos, tratan de esquivar cómo pueden los misiles irónicos y los dardos maliciosos que a carcajadas la artillería mediática estadounidense les arroja. Como respuesta, el profeta Kerouac se ajusta bien la camiseta, la visera y los sneakers de la tribu y realiza un esfuerzo por reivindicar el discurso beat, ese auténtico frankenstein del que muy poco después se apartaría. Para ello cuece un experimento del que no se tuvo idea hasta muchos años después de su muerte. The beat generation, obra de teatro en tres actos, escrita en florida en 1957, que en ese momento nadie quiso montar y la cual fue sorteada en una bodega de nueva jersey donde sobrevivió casi 40 años, hasta ser descubierta en 2005. El libro que el lector tiene en sus manos -inédito en español -se puede leer como una pieza teatral o como un relato dialogado, debido a que Kerouac lo escribe con su habilidad prosa espontánea con que segrega su poesía y su prosa. En la generación beat, nuestro autor vivisecciona las personalidades de los beats más representativos: Neal Cassady (Milo), Gregory Corso (Manuel), Allen Ginsberg (Irwin), Peter Orlowsky (Paul) y él mismo (Buck). Burroughs no aparece, lo que es sintomático sin embargo reúne a los mencionados en tres espacios neoyorquinos para exponernos abiertamente y descaradamente lo que es espíritu beat; es decir, esa mezcla de vitalidad entrópica, insensatez, desapego a las convenciones, juego lúdico, búsqueda religiosa, amoralidad, celebración de los instintos, consumo recreativo de drogas e irreverencia, que sigue fascinando a los jóvenes y viejos más prendidos de este planeta.