Para no emitir juicios a la ligera, diré en tu favor que hasta media hora antes de matarla no tenías realmente la certeza de hacerlo. Verla dormida en la mañana fría, reunir toda la rabia alimentada consuetudinariamente, disponer las manos firmes, el cerebro atento. Al final, la decisión tajante, definitiva...
* Esta contraportada corresponde a la edición de 1993. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.