En este libro se logra un acento narrativo que provoca no el espanto espeluznante dentro de su ingenuidad localista y campirana, sino más bien una narración serena, exacta en su lenguaje, precisa, que nos provoca un miedo menos intenso, al que bien podríamos llamar un horror tranquilo.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2000. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.