Luz en Niburu que aún apagada iluminará el cielo sólo porque la llamamos luz, por ese poder del que nombra y convierte. Así se aparece lo imposible en los jardines colgantes, con salmos que hacen reconocer auroras de oro al despertar la noche en el Éufrates, o con el silencio en el lugar donde el hombre era y ahora todo es olvido. Parábola de un tirano o un clamor al Dios de estrellas que no responde. Ahí donde no sólo el mar o el cielo, sino también el tiempo son azules, cuando el hombre es dorado por la alegría.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2011. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.