A lo largo de 579 parágrafos, Picinelli estructura el libro tercero en dos partes bien delimitadas: una primera dedicada a los dioses, héroes y hombres de la Antigüedad Clásica grecolatina; la segunda, dividida a su vez en otras dos, comprende los emblemas de los personajes del Antiguo y Nuevo Testamento. Dada la extensión de la obra y teniendo en cuenta la entidad propia que caracteriza la primera parte, este primer volumen del libro tercero contiene solo los emblemas relativos a Dioses, héroes y hombres de la historia profana, tal como reza su título en el texto original. La cultura occidental ha heredado el conjunto mitológico de la gran civilización griega. Las leyendas de los antiguos dioses, héroes y hombres, aún en la actualidad, ejercen gran fascinación en la memoria colectiva. A lo largo de 169 emblemas, Picinelli aprovecha las historias de estos personajes míticos como arquetipos de vicios y de virtudes humanas. A la piedad filial de Eneas o al ingenio de Alejandro y de Ulises, se contraponen la temeridad de Ícaro y de Faetón o la maldad de Ixión y de Sísifo. Prometeo es castigado por su amor a la especie humana al darle su bien más preciado, el espíritu, simbolizado por el fuego que roba del sol; y Hércules, el héroe por antonomasia, arquetipo del valor y de la fuerza física, es a la vez un joven que, ante la encrucijada, encarna la sabiduría de saber elegir la virtud por encima del placer.