Todo está planeado. La poesía es el animal más especial y ordinario de la vida. El más efímero, pero el más perdurable. No se aviene a ciencias exactas e inciertas ni a clasificaciones, no es prosa enjaulada, y sin embargo, no escapa del microscopio del ojo del alma. Es una esencia irrepetible, un fenómeno único y además está en todo rebaño. Puede piar largas hojas sobre la nada y además llover entre el bosque como algo vital. La poesía es el animal más político y el menos democrático. Cambia la vida dejándola intacta y clasifica todo el universo de acuerdo con quien lo vive.
Datos de notas al azar es la poesía, pero también sueño de calibre pesado y cronómetro desconocido, lógico y medible. La poesía será lo último extinto después de todo lo demás, aunque haya muerto cotidianamente y sea la traductora oficial de plantas que se hablen entre sí o que se gruñen en verde. La taxonomía pues, es un recuento de íntimas apreciaciones que luego se convierten en vulgar divulgación filosófica, pero sólo así, solo, sin plan alguno que siempre se medita.
