Debía estar bromeando. Pero volviendo a mi mente todas las cosas sin explicación: la imagen de mi hermana y ese hombre en el espejo. La sensación de que el vientro entraba en mí y me elevaba. La forma en la que Mike influía en los objetos. Tío Taddeus trazando símbolos extraños en una puerta.
-No, no, cariño -abuela sonreía, y me percaté de que cada una de sus palabras era verdad-. Las brujas reales no usamos escobas para volar, no las necesitamos. Sólo debemos invocar el espíritu del viento. Además, la forma más rápida para llegar a algún lugar es trazar una ruta mágica. Tampoco usamos varitas, pero sí muchas otras cosas.
-¡Somos humanos!- rugió Mike, levantándose con fuego en la mirada. Una figura pequeña de porcelana sobre el escritorio conmenzó a temblar, pero mi hermano no se dio cuenta. -¡Las brujas no existen, son patrañas medievales!