Los seres no conocen el destino que le toca... a nadie le es dado saber por anticipado. Mientras se esté sobre esta ruta agreste que llamamos vida, queda siempre un más allá y no hay más remedio que seguir pateando, entre montes y dehesas, de venero a barbechera, con una que otra estación donde reponer las fuerzas antes de seguir andando el camino aún por sufrir.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 1996. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.