El único lugar posible habita en el lenguaje, es el lenguaje y con él las construcciones irremediables de una vocación experimental. Toda escritura lo es en sí misma, nunca está demás recordarlo. La experiencia más fina con la que podemos ponernos a moldear la memoria (a recuperarla) tiene que ver directamente con el mundo anudado a las percepciones y a las ideas; un nudo y un vórtice inmateriales se fijan en activaciones, paisajes visuales y sonoros que no alcanzarían una visión renovada del presente si no fuera por la voz, el cuerpo y sus multiplicidades. Somos cuerpo y lenguaje y las más de las veces imágenes de galaxias y nuestras propias mutilaciones.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2015. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.