La Laura suicida duró poco. Jamás llegó ni siquiera a estar cerca de ver sangre correr por sus brazos. Si no era porque en el momento de hacerlo le llamaban por teléfono para salir a vagar, era porque tenía sueño o porque el pantalón que traía le gustaba mucho y no quería mancharlo. Las pastillas jamás fueron una opción porque le daba asco eso de que se aflojan los esfínteres y todo lo demás. Conseguir una pistola era muy difícil y por eso la idea de suicidarse le duró muy poco.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2005. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.