Como finas piezas de artillería, los esenciales endecasílabos, las rítmicas metáforas e, incluso, los silencios galantes, tenemos nuestras pupilas artísticas e históricas, Huellas de sombra, un poemario de grandes ligas. Un yo lírico que nos habla con añoranza desde cada verso, desde cada poema construido para honrar de forma romántica y tierna al género femenino y a la familia, sólo como un poeta sabe hacerlo desde la luz propia de la contemplación, del vislumbre de una tarde que se echa a descansar en nuestras diversas miradas y siempre permanecerá alerta, fiel a sí misma.
Así tenemos ecos nerudianos en estas Huellas de sombra, huellas amables, llenas de senderos que nos inducen a transitarlos con una lectura de asombros. Así disfrutamos la presencia del abuelo, el vestigio sobrio, la mano de un poeta consumado y libre, como es Fernando Corona.
Eduardo Plata