En 1908, el abuelo de César Tejeda, Antonio Tejeda, fue detenido por su supuesta complicidad en el intento de homicidio de Manuel Estrada Cabrera, el sanguinario y supersticioso dictador de Guatemala. Antonio fue obligado a caminar los cuarenta y cinco kilómetros que separan a La Antigua de la Ciudad de Guatemala, custodiado por un pelotón a caballo. Durante todo el trayecto, fueron seguidos por una mujer con un bebé en brazos: era Victoria Fonseca, la esposa de Antonio, y en los pañales del bebé llevaba escondido un revólver.
César Tejeda ha escuchado esta anécdota durante toda su vida y sabe que su vida está cifrada en ella. Se la han contado como un ejemplo de valentía, por parte de su abuela remota, sin embargo, hay algo en el recuerdo de ese episodio que le parece injusto. Al querer desentrañar ese misterio, modesto o fantasmal, César Tejeda se verá obligado a convertirse en historiador de su desconcierto y novelista de un país tiranizado.