Nuestro país está dividido porque la clase política rompió el pacto social. Se ignoraron de manera grosera los elementos constitutivos que han galvanizado los trayectos más trascendentales a partir del proceso revolucionario que, a su vez, tuvo una serie de prolegómenos fundadores. No podemos menos que considerar altamente significativos los distintos momentos de los cursos de nuestra vida colectiva, que se desarrolló en medio de ambientes de represión y muerte, y que debió enfrentar las acechanzas de la dictadura. Lo anterior es muy semejante en la actualidad, no hay nada nuevo bajo el sol. Lo relevante de estas acotaciones reside en recontar que nuestro crisol nacional debió cruzar y vencer corrientes diversas y constituir con ello nuestro indispensable trayecto histórico. Su significado sigue, a pesar de todos los pesares, estando presente en nuestros afanes reivindicatorios y recuperadores de nuestros días. En otras palabras, el momento nos habla de las constituciones como pactos políticos antes que instrumentos legales. Esto significa que los distintos preámbulos socio históricos, y su coagulación en la Constitución de 1917, forman parte de un continuo histórico, político y social que se encuentran, ahora mismo, entre nosotros. Además satisfacen la sed histórica peculiar de cualquier ser humano, y son capaces de contestarnos la interrogante fundamental: ¿cuál es el pacto político para hoy y hacia delante? Delinear las respuestas a esta interrogante resulta imperativo.