En Nudo ciego, Natalia Padilla explora distintas voces interiores que van bocetando una historia en la que tiempo y espacio son secundarios, ante el avasallador discurso interior de un ser que, ignorado por los otros, se inventa la realidad, la explora en su propio cuerpo y en los rincones más inhóspitos de una casa como metáfora del mundo.
Voces conjugadas en la existencia de un protagonista que, sin nombre, invisible a los ojos de los demás, nos lleva por los territorios de la mente y las emociones, siempre desconocidos para quienes habitan en el lado cotidiano de la vida. La soledad y el abandono son en esta novela aceptación resignada. ¿Existimos por la mirada ajena, para ella? O existimos desde nuestro ser interior que lucha para hacerse parte de una realidad que cada quien construye desde su propio abandono.
Casi pregunta metafísica, respuesta autoral a los síntomas de nuestro tiempo, Nudo ciego es un tour de forcé en el que la poesía también es un fuego pirotécnico que ilumina el lado de la sombra, una historia que confirma que los finales felices no son siempre los mejores.