Aileen siempre tuvo ganas de asesinar y su instinto la llevó a vivir en un parásito que parecía pedirle a gritos un desahogo. Mientras tanto, le basta con dejar que los personajes de sus novelas maten y piensen en matar, pues en su mundo todo está permitido. "Quienes lean esta novela sabrán si Aileen se atrevió o no, pero también tendrán conocimiento de algo mucho más importante: no es la muerte, el salpicarse de sangre, el placer de destazar a alguien, la vanidad de ver a los lectores asustarse al verse reflejados en un papel... es amor. Lo único que mueve sus textos es el absurdo, estúpido y frustrante amor".
En esta ocasión, Sandra Becerril lanza una pregunta, ¿Cuál es el nombre de las nubes? y cuando creemos haber encontrado la respuesta, nos cambia la pregunta; no para desorientarnos, más bien para hacernos ver que existen otras realidades dentro de la mente de los asesinos.