Leopoldo está en un andén del metro de la ciudad. Son las doce de la noche, el último vagón pasará pronto. Ve que un hombre se arroja a las vías. Lo salva. El único testigo es un niño de 5 años que se encuentra solo en el andén.
Leo se asusta y se va. Su vida continúa como siempre, sin hacer caso a su esposa ni a su hija, trabajador y fumador empedernido, comienza a obsesionarse con el rostro del hombre que salvó, hasta el extremo de dejar todo por buscarlo.
La gente a su alrededor piensa que es gay, que está loco, sin embargo Leo piensa que al encontrar a aquel hombre, el salvado será él.
Leo encuentra a Mariana en un café, ella es una mujer solitaria y necesitada de amor. Esa noche se hacen amantes y la involucra más y más en la caza de un hombre que no conoce.
Con prólogo del escritor Carlos de Tomás, el cual siente una gran atracción por la teoría de los Muchos Mundos, señala que por cada decisión que tomemos en esta vida se abre un universo paralelo donde lo que dejamos ir vive por nosotros su propia vida. Es así como, esa noche en el metro, se cruzan tres alternativas de mundos diferentes. Dice Carlos de Tomás: "La novela que nos presenta Sandra Becerril juega al laberinto de espejos, y sobre todo a la ambigüedad, a la lucha cínica contra la hipocresía, y al hartazgo de una sociedad maniquea y opresora. Las escenas en la estación de metro se suceden a lo largo de la novela con descripciones certeras y angustiosas, y toques esquizofrénicos que amputan cualquier imagen que pudiéramos pronosticar desprendida de la narración..."