—¿Alcanzas a oír el río?, no sé que está rumorando.
—Soy yo, Martín, no es el río; soy yo, que sigo rezando.
—¿Tú te acuerdas de mí joven, Joaquina? ¿Te acuerdas de mí, fuerte y sin dolor? Acuérdate de toda mi alegría. Acuérdate de mí… ¿Qué me pasó?
—Éso es todo, Martín, éso es la vida; ya te bebiste toda tu ración.
—Ruégale al Señor, mujer, que me dé otro sorbito de vida; no quisiera morirme sin ver otra aurora, otro sol, otro día…
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2016. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.