Originales cuentos de un escritor muy dueño de su oficio, que sabe infundir a las voces de sus personajes algo escaso y preciado en la literatura: autenticidad. Sean sus “cuentos”, de diablos, de muerte, de lunático, de brujas, de cantinas y fondas, de perros, o de pícaros, siempre se oye hablar en lenguaje con el que uno se identifica, porque en él nos reconocemos simultáneamente en el ayer y en el ahora: un tiempo sagrado que se llama tradición e innovación, motores de la vida y el vivir.
Sepa el lector que disfrutará este libro, y que sentirá, de adulto, lo que sentía cuando su madre o padre le narraban historias a la hora vespertina de la paz: satisfacción y contento. Y se quedará con dos avecillas revoloteándole por la cabeza: una, la de la sonrisa; la otra, la del pensamiento.