Confieso que he leído desde niña, seducida por el aenigma que se oculta entre los signáculos que, como negras y misteriosas huellas de pájaro, danzan en las páginas. Quise aprender –Aracné cautiva– a tejer y a destejer el lenguaje, a inventar ficciones como forma de libertad, a asumir mis demonios internos… y ahora comparto el lienzo en donde se plasman bestiarios y prodigios.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2016. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.