En Huelva, Andalucía, en 2013, cuando le entregaron el Premio Internacional de Relatos José Nogales, oí a Dante Medina pronunciar estas palabras: «He de decir, Señoras y Señores, que yo soy del Sur. Mi corazón queda pal sur, a mi corazón le da pal sur.». Sólo después de haber leído Origami con volcán de fondo comprendí cabalmente esa afirmación.
Suelen los libros de Dante Medina confrontarme, enfrentarme desasosegarme, levantarme en uñas contra la masculinidad. Me altera su cinismo risueño como una costra que cuando nos la rascamos duele placenteramente, supura y sangra. Esta nueva novela de Dante apaciguó a la bestia que llevo dentro, a la fémina rebelde que ve falócratas con trinchete en sus pesadillas de la vida cotidiana. En Origami oí cantar a la sibila del sur de Jalisco, al atardecer, henchida de ternura, mientras sus dedos repueblan el mundo de serecillos magníficos con sus papelitos doblados, sus origamis.
No le creí capaz a Dante de la ternura, él, tan ácido; y de escribir una casa donde habitara la ternura, junto con toda la familia de Ada, la Amada, que, huyendo de la explosión del Volcán de Colima, se refugian en su hogar de Guadalajara. Tampoco le creía capaz de escribir con una pluma tan finísima que parece provenir de mano de mujer. Vivimos tiempos de paradojas, me dije, tiempo apocalípticos: al demonio lo habita la dulzura.
Mis lectores saben que a esta andaluza irreverente le encanta obra de Dante Medina. ¡Y Dante también, para decirlo todo! Que se haya atrevido a escribir una historia de amor a mis espaldas, donde la heroína no soy yo, me quitó el sueño. Por una razón muy superior a los celos: Entendí que al corazón de Dante le dal pal sur, pero no pal sur de España donde yo vivo, Sevilla, sino para el sur de Jalisco, para Jilotlán de los Dolores, para Zapotlán el Grande. Una vez que usted lea, lector, lectora, esta magnífica novela, comprenderá por qué mi emoción fue tan grande, tan profunda, tan volcánica: el personaje de Origami es tan heroicamente mediocre, que uno no puede más que enamorarse de él.
Haga la prueba.
(Sevilla, 2015)