¿Quién es el verdadero autor de la página que leo mientras escribo; quién, el verdadero lector de la página que escribo mientras leo? Son éstas, quizá, las interrogantes paradójicas a las que –implícitamente y a su manera- intenta responder cada una de las piezas de El mensaje devastado. Así pues, cada respuesta –cada texto- implica una hipótesis sobre la naturaleza fenomenal de esa circunscripción del lenguaje en cuyo interior se demarcan o se confunden intencionalmente la voz (y la mirada) del sujeto que escribe, con la mirada (y la voz) del sujeto que lee. No cabe duda que, para la realización de este propósito, no existe estrategia infalible. Sin embargo, Adolfo Echeverría parece optar por la mistificación intencional y el artículo retórico que aquí –en donde la escritura es básicamente búsqueda de la escritura- se convierten en la materia esencial de la construcción literaria. En el fondo, esta tentativa sostiene la afirmación de que un libro (un libro como éste que ahora el lector tiene en sus manos) pueda y deba ser –desde el título que ostenta su cubierta hasta la nota de la contraportada- una ficción total. Ni más, ni menos.
Julio Gabriel Dann
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2001. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.