Los latigazos les dolieron antes de que se los dieran, y la tristeza les arrugó el alma antes de que divisaran la nueva tierra.
Durante los tres siglos de vida de Nueva España, sus puertos recibierom aproximadamente medio millón de negros que provenían de distintos países, como Sudán, Congo y Guinea; los vendían para condenarlos a la esclavitud.
"Hay una diferencia entre los que tienen la sombra débil y los que la tenemos pesada. Los que la tienen débil caen primero y los que la tenemos pesada les sostenemos la mirada a quienes nos maltratan. Pero la sombra no es suficiente ante la crueldad de los blancos. Por eso huimos de las haciendas y nos convertimos en cimarrones: negros libres pero agazapados.
Un día nos encontramos con los alzados, que nos hablaron sobre los ideales de Morelos, y nos convencimos de luchar, de dejar el pellejo en la guerra de todos, para terminar con la esclavitud y poder heredar la libertad".
Esta novela recupera usos y costumbres de los hermanos de piel y desgracia: los negros cimarrones, en tiempos de la guerra de Independencia.