Una mentira añeja dice que todas las plumas del avestruz son de la misma longitud. Sin embargo, el avestruz está lejos de ofrecer algún tipo de certidumbre; lo único que no se le reconoce es su capacidad para verlo todo, su visión de 360 grados que devora el mundo, que termina cóncava, punzante y con la agudeza de un telescopio. Incluso es uno de los pocos animales que tienen el ojo más grande que el cerebro.
Los cuentos de Alejandro Estivill son esa mirada y se adentran en personajes disímbolos el taxista perdido en su propia telaraña, el estadounidense oligarca, el sacerdote maya, el pordiosero, el adolescente, el migrante, el condenado, el viajero, el futbolista africano o el matricida y sus circunstancias que, para bien o para mal, no dejan de ser asombrosas.