Eluán ha estado en las alturas del Monte Nasar por demasiadas lunas. El Mar de los Dangralos, de agua oscura como tinta, golpea amenazante la montaña. Eluán teme volar; no confía en sus alas. Pronto tendrá que enfrentarse al destino de todos los hombres alados que nacen en el río Berintao y anidan en el Nasar: morir entre las fauces dentadas de los grandes y misteriosos peces de los Drangalos o volar hasta conocer Pantia, el extraño mundo de los sabios de Bakoria y los gigantes jorobados de Dascumo.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2005. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.