Pocos escritores han logrado sustentar la emoción literaria en una estructura tan sólida y perfecta como Gustave Flaubert. El hombre que, paradójicamente, siempre estuvo en contra de cualquier tipo de regla o convencionalismo, nos ha llegado una gran lección en lo que es la creación literaria y las pautas mejor cimentadas en el oficio de escribir.
Este libro basado principalmente en las cartas que Flaubert escribió a su amada Louise Colet, se demuestra el estilo literario y el oficio del escritor.
El autor, en su obra, debe estar como Dios en el universo, presente en todas partes y visible en ninguna. Como el arte es una segunda naturaleza, el creador de ésta debe obrar con procedimientos análogos. Que se note en todos los átomos, en todos los aspectos, una imposibilidad oculta e infinita. En efecto, para el lector, debe ser de estupefacción. ¿Cómo se ha hecho todo esto?, ha de decir, y se ha de sentir aplastado sin saber por qué.
—Gustave Flaubert—