«Este libro no existe sin usted. Se trata de usted. Lo escribió usted.»
Josemaría Camacho recoge, en la mayoría de sus cuentos, esa tradición literaria que, desde Unamuno a Pirandello, nos enseña una literatura y unos personajes vivos que trascienden el papel. Como lectores damos por hecho que el narrador nos va a explicar una historia que transcurre de un modo, y que no puede suceder de otra manera. Estamos convencidos que el narrador sabe lo que hace pero, en realidad, puede que sólo esté improvisando, o que no tenga ni idea de lo que está haciendo. ¿Qué pasa cuando el narrador duda, o se aburre? Igualmente, ¿quién crea realmente la historia? ¿Acaso puede existir un libro sin un lector que lo lea? Y los personajes, ¿existen antes o después de que se lean? En Imagine un pez se alternan cuentos de corte más clásico con otros que juegan con los límites de la literatura. Las historias se mecen y hacen saltar al lector dentro y fuera de sus páginas porque él, y sólo él, puede empezar y acabar con la literatura.