Regino Hernández Llergo viajó a Durango para entrevistar a Francisco Villa en su hogar, la Hacienda de Canutillo. Después de dos años de no hablar con reportero alguno, el revolucionario no sólo le concede a Hernández Llergo una entrevista, sino, lo invita a pasar una semana en su hogar. Resultado de la franqueza con que Villa se expresó en la entrevista al hablar de Obregón, Calles y mostrar su apoyo a Adolfo de la Huerta -pese a que comenzó señalando que no hablaría de política-, puede especularse que estas declaraciones lo llevaron a su muerte, un año después. La entrevista y la narración de Hernández Llergo, por otro lado, también permitió conocer un ángulo desconocido de la personalidad de Villa, que nos brinda claridad para entender la gran fidelidad y estima de su tropa, su familia y de su raza. El Centauro del Norte, un hombre honesto, de palabra inquebrantable y carácter paternal, buscó crear en su Hacienda una cultura en donde las personas trabajaran ardua y responsablemente, en donde se preocuparan los unos por otros, respetándose; buscando que la educación fuera lo que guiara la cultura, pues él quería para su pueblo un futuro en donde ellos se sintieran orgullosos de lo que eran.