Todos los escritores tienen una colección de recortes de periódico, sobre todo los que ya no escribimos. Coleccionamos palabras, fragmentos, padecemos de una especie de síndrome de Diógenes lingüístico.
Confieso que algunos pasajes me arrancaron una sonrisa y otros varios, me dejaron un sabor de boca extraño que me hicieron preguntarme ¿qué imagen sórdida o celestial se proyectaba en la mente de este tipo cuando escribía tal o cual línea pasajera?
Estamos frente a un compendio de laceraciones y masturbaciones: lagunas de un esquizofrénico que vive encerrado en el hospital frenopático de su propia mente, conviviendo con sus dobles, triples o cuádruples personalidades. este es el diario de un asesino en potencia, de un enamorado, de un cuidida; de un solitario aquejado por el mal de la uva.
— Sebastián Paz