Todo comenzó cuando su papá murió y sus tíos lo pusieron de patitas en la calle. O incluso antes, al nacer, cuando el cuerpo de su madre no soportó la idea de traer más vida a este mundo. Víctor no tiene a nadie, va de lugar en lugar buscando un techo y una manera de sobrevivir. De monaguillo se convierte a santero, hasta que cree encontrar su lugar como sicario de Sebastián, uno de los líderes del narcotráfico de la Ciudad de México. Por primera vez, en dieciséis años no se siente solo. A veces la vida te lleva a creer encontrar la felicidad en lugares y circunstancias inesperadas.
Entre la lluvia de plomo y la sangre que manchan sus manos cada noche, Sebastián y Víctor no sólo comparten camaradería, sino también cariño, risas y la certeza de que quizás el único destino de ambos es estar cerca. Una noche, cuando las balas equiparan a las estrellas, las cosas cambian para siempre, dejando una cicatriz difícil de ocultar.