"MARTÍN ORGANIZÓ SU FUNERAL EN SÁBADO. Pusilánime y coyón como es, no quiso arriesgarse a que le descontaran un día laboral. Por fortuna su poca relevancia para la humanidad le ahorró el ridículo de que con todo y que era fin de semana fuéramos nomás unos poquitos. Salvo yo, por supuesto, nadie entendía nada. Cualquier metiche que se hubiera asomado por la puerta habría visto un funeral de los más ordinario. Desangelado, sí, pero ordinario. A primer golpe de vista resultaría fácil pasar por alto el detallito de que Martín Cerero, el tipo del cajón, viejo amigo, estaba, como se dice vulgarmente, vivo."
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2015. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.