Los niños se las arreglan para vivir en dos sitios a la vez: en el corazón de su mundo y en la frontera incierta donde se anuncian las cosas que vendrán. Juaní, el protagonista de esta historia, se movía como pez en el agua en sus montañas de pinos y encinos, donde los venados danzaban en la espesura, los pájaros gorjeaban sus peticiones a los dioses y la planta sagrada crecía en lugares recónditos. Su cielo estaba presidido por el Padre Sol y la Madre Luna, quienes miraban al muchacho jugar con sus amigos, cuidar las cabras y tocar el violín. Un buen día el camino trajo a un viajero misterioso. Quizá tenía algo de niño, porque quería mirar desde adentro el mundo de los tarahumaras, conocer sus historias y creencias. Juntos, Juaní y el viajero, corrieron una serie de aventuras y descubrieron cosas dignas de asombro. Años después, el viajero contó en un libro lo que había visto. ¿Qué recuerdos quedarían en la memoria de Juaní?
* Esta contraportada corresponde a la edición de 1992. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.