Enciclopedia de la Literatura en México

La imprenta y la batalla de las ideas

Nuestra crónica empieza en el taller de un orfebre alemán que creó una técnica maravillosa, un invento gracias al cual muchas personas pudieron leer la Biblia, los sonetos de Petrarca, la teoría heliocéntrica de Copérnico. Aquel artesano genial creó un universo de ideas e imaginación, de teorías y sueños, que se materializó en una nueva industria formada por impresores, editores, lectores... Los poderosos -reyes y eclesiásticos- fruncieron el ceño y censuraron o prohibieron muchos libros que les parecían peligrosos. Empezó, así, una batalla que se ha repetido infinitas veces. La imprenta llegó muy pronto a Nueva España y contribuyó al desarrollo de una elite que aprendió a examinar, reflexionar, y que se negó a obedecer. Las voces se multiplicaron en libros y periódicos y las ideas entablaron contiendas memorables. “La pluma es mi mejor arma”, decía fray Servando. El siglo XX irrumpió entre innovaciones técnicas y crisis política. A fines de 1908 una imprenta de Coahuila publicó una obra que contribuiría a cambiar al país. Con la historia de ese libro termina nuestra crónica.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 1991. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.



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