Andrea, una poeta en ciernes, es poseída por Julia, un personaje que la impele a escribir (aún contra su voluntad) una novela, en la que el personaje hace que la autora cuente episodios de su vida que hubiera preferido no mencionar nunca: la ausencia del padre, la represión de la abuela, la envidia de la hermana, la rebeldía adolescente y el despertar a la sexualidad que derivaron en una larga lista de amantes, los cuales le dejaron una oquedad en el alma, su incursión como líder sindical y la traición política, el haber vivido la discriminación racial y de clase en el mundo del trabajo, la imposibilidad de ser madre. Y el padecimiento de una enfermedad (epilepsia) que marca la pauta de su conducta y de su vida. La narración no es lineal, es fragmentaria y se desarrolla como un blues, como un lamento bizarro, valiente. La protagonista conoce, en el marco de un festival cultural en provincia, a Ángel, un funcionario del sector artístico con el que comparte ocio y reflexiones, y a Julio (o Bruno) un bailarín que ha hecho su carrera lidiando con prejuicios y pobreza. Ambos son homosexuales. Con ellos aprende lo que es ser querida, apreciada y respetada. Y después de tanta grisura, descubre el brillo de enfrentar las vicisitudes de la vida con el recurso de la risa. Pero Julia, harta de la censura que le impone Andrea para narrar los hechos, decide liberarse de la autora y entonces el personaje cuenta por sí mismo su historia. Narra cómo Julia y Julio (o Bruno) entablan una relación amorosa peculiar, pues a pesar de que él es homosexual y ella heterosexual han logrado conectar sus almas en lo más profundo y los dos reconocen que se aman, con un amor distinto al convencional. Con ironía, Patricia Camacho Quintos se refiere al interior de los procesos de creación literaria, a lo que es la vida en los talleres de literatura y a lo que, finalmente, es o no es una novela. Y todo ello teniendo como eje una aguda reflexión en torno a la identidad.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2014. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.