México-Tenochtitlan. Han pasado 468 años desde 1521… 170,820 días… Ahora, nuevas y reciosas flores abren sus corolas en el cielo de Anahuac. No se han opacado sus preciosas plumas de quetzal. Se han ocultado sus aguas color jade, se han metido muy adentro de Tlatecuhtli, Él las protege entre preciosas piedras de obsidiana, preciosas piedras de turquesa. Están guardadas en el cántaro de Chalchiuhtlicue. Han pasado 468 años desde entonces, pero los de ahora, los mexicah de ahora no hemos olvidado y no debemos de olvidarlo nunca, porque esto es lo único que tenemos, es la herencia del día Ce Coatl –Uno Serpiente- es la herencia que nos dejaron los caídos en la contienda, ellos: Cuitlalhuac, Tzoyetzin, Tzilacatzin, Temoctzin, Tzihuacoacpopoca, Xoxopehualloc, Tzihuactzin, Tecuecuenotl, Axayaca, Totlehuicol, y miles de anónimos más nos dejaron su fuerza en el viento de Ehecatl, Quetzalcoatl, en el color azul de Huitzilopochtli, nos dejaron grabado su recuerdo en las montañas de Tlahuilcopa, nos dejaron su recuerdo en los cimientos de Tenochtitlan, nos dejaron su recuerdo, su fuerza en Cincalco, el sitio de la energía de los que murieron en la contienda, en la guerra por defender a México-Tenochtitlan. Ahora sus puntales de precioso jade apuntan al cielo de Tenochtitlan, esperan pacientes en el Cuarto Árbol su esencia, esperan tranquilos la respuesta de libertad de los tenochcas de este fuego, de este tiempo. El caracol, la flauta y el tlapanhuehuetl, les harán sentir la presencia del chimal, del atlatl. Les harán sentir el movimiento del dardo de la palabra y de la acción de nosotros los mexicah de ahora, buscando su palabra, su mensaje, su consejo. Nosotros ¿qué haremos? ¿cómo los entenderemos? y ¿cómo lo resolveremos? Tenochcah, ¡no olviden el día de la muerte! ¡no olviden la lucha por la libertad! Denle esta palabra a sus hijos, a sus nietos. Siembren en ellos la semilla de la libertad y no dejen que se pierdan en el olvido de lo moderno. La memoria es y debe ser intemporal. Alimenten la rama, mantengan el árbol recto y fuerte para que su sombra nos calme con su frescura, para que sus raíces saquen los recuerdos, saquen la fuerza de los caídos. Sólo así mexicah tendremos paz, tendremos calma dentro de nosotros, sólo así tendremos la nueva hegemonía de Anahuac. Mexicah, no olviden nunca, no flaqueen, sobre todo no tengan miedo. Enemigos de Anahuac los encontrarán siempre, pero aún así no se dobleguen, no desistan de la lucha por obtener la libertad, defiendan su recuerdo y obtendrán un rostro un corazón fuerte y sincero, un corazón recio y cristalino. Entonces dejarán de sentir dudas y temor. El temor opaca el cielo libre de cualquier pueblo. El miedo hace cobardes y tibios los corazones. Mexicah, no desistan de la palabra, ésta es el chimal, es el dardo de este tiempo. La nueva muerte es la opresión del espíritu libertario y el arma que nos ataca es el hambre, es la desolación de la palabra amor. Mexicha, no tengan miedo, no sean tibios, mantengan espíritu de fuerza, sólo sean necios para defender lo suyo. Defiendan entonces a Anahuac, a Tenochtitlan, defiendan a sus hijos, a sus padres, abuelos, hermanos y hermanas, defiendan al amigo, defiendan al animal, a la planta, defiendan los restos de los sabios de este país, sus esculturas, sus pinturas, su filosofía, y sobre todo, defiendan a su gente.