Un personaje que no es ni al despertar ni al dormir, ni al intentar correr ante la persecución de lo venidero y de las mariposas negras que le muerden los días. Un alguien que tendrá que decidir… porque no se reconoce, porque no entiende los mensajes de las bocas que dicen saber hablar, ni de quienes viven y atacan tras el mundo descarapelado de las paredes.
Ella tendrá que decidir porque no hay caminos, por no saber entender, ni decir, porque no descifra las sugerencias de quienes conviven en las calles, en las casas, tras los cristales que tratan de ser sencillos. Sólo un instante bastará para que aborde la embarcación que parte lejos, la que va más allá, la que acaba con el transcurrir del reloj personal y con la persecución del tiempo. ¿Decidirá vivir?