En este volumen –compuesto por De insomnio y media noche, Nacido de un muslo y Ternura suite– desde las primeras líneas el lector podrá advertir que existe una convencionalidad diferente, unos textos hechos para la escena pero una escena que ya no es la misma, una escena consciente de sus convencionalismos y de su propia teatralidad, que no esconde el artificio, sino que lo hace evidente y lo celebra.En este volumen –compuesto por De insomnio y media noche, Nacido de un muslo y Ternura suite– desde las primeras líneas el lector podrá advertir que existe una convencionalidad diferente, unos textos hechos para la escena pero una escena que ya no es la misma, una escena consciente de sus convencionalismos y de su propia teatralidad, que no esconde el artificio, sino que lo hace evidente y lo celebra.
Los personajes de Edgar Chías dialogan, sí, pero también narran, se narran a sí mismos, y más allá: narran cómo deberá ser la escena. Personajes que, si bien con la consciencia de ser personajes, no por ello son unidimensionales y panfletarios; son complejos en toda la extensión de la palabra. No tratan de abarcar la totalidad de la vida humana, son fragmentos, y se asumen como tales, pero fragmentos de un rompecabezas donde hay piezas perdidas a propósito para exponer los retazos de realidad e irrealidad.