Este libro, pan de esperanza pasado por el horno, está hecho del maíz amasado con el diálogo de aquel que se sabe a la deriva, al arbitrio impredecible del fonema; he abierto el postigo de la noche, a fin de mirar cómo entra el alba en la tierra y descubrir el génesis continuo que es la vida.
Nos habla Carlos de un pan simple, dulce, frágil; donde el hombre es el pan mismo, conformado por naturaleza-tierrauniverso-hombre, círculo que sin una de sus partes sería incompleto reducido a nada; Carlos Acosta elige entregarnos en estas hojas el corazón desmoronado, disperso en cada frase que le dicta su alma, y la certidumbre de saberse a merced de las horas en que, absorto, mira lo que es y lo que somos.
Si al tener ante tus ojos estos versos, te sientes quebradizo, vulnerable, y con cierto cosquilleo de dulzura estremeciéndote, no habrá más remedio que declares: soy un Pemol, no lo niego, y mi cuerpo fue formado de maíz y de oraciones, mi origen es común al tuyo y a la primera mordida me desmorono, cada parte de mí nombra un adiós y una esperanza; a donde quiera que voy me sigue, el terrible signo de andar/ a la deriva/ con la gracia imperfecta de estar vivo/ y la sutil consigna de la muerte, con el rumor de otoño golpeando mi silencio y la amargura de mi sino que sólo es conjurada por abrazos.
Ausencio Martínez Lucio