“Para que tu poesía sea más perenne que el Bronce”, recuerdo que Marco Antonio Murillo escribió sobre un cuadernillo en el que Muerte de Catulo todavía no figuraba como el título de su poemario. En ese tiempo, el libro apenas se resumía a una decena de poemas, y yo desconocía la tradición latina que se salpicaba los versos del trabajo. ¿Quién era Catulo? La sutileza del autor: el cuidado de poner la misma espina en cada canto, habría de revelarme que Catulo era un amante, y al mismo tiempo, una especie de héroe y de poeta. A pesar de la fama que hasta hoy se tiene de Catulo en la Academia, en las páginas de Marco, el lirismo de aquel se convertía en un aspecto secundario. Se encontraba a caso subordinado a la naturaleza de un hombre enamorado (...). Con mesura, con una paz de resignado, Catulo se dirige a sus lectores. Nada frena la guadaña del amor, pero la muerte se transforma en un espacio habitable; una suerte de destino grabado en las venas del amante. La naturaleza amorosa del hombre no equivale sino a la naturaleza mortal del ser humano (...).
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2013. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.