Aunque no los puedas ver, ellos están ahí. La luz es su refugio, aunque también una taza les sirve de escondite. Los hay grandes y chicos; pero no les temas, todos son inofensivos. A veces juegan entre el vapor del té, o bailan alegres a ritmo de danzón.
Pero ten mucho cuidado, no los hagas enojar, porque entonces, en la noche, dormir no te dejarán.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2003. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.