Desde la devastación o el abandono el autor responde sin solemnidad, responde a la pregunta ¿Cómo escribir un libro sobre el arrebato místico en un mundo sin dioses? Su poesía busca dibujar un mundo estrecho y agobiante. A partir de varias lecturas simultáneas se construye una versión del misterio. Estos poemas encarnan la posibilidad de una espiritualidad sin dioses ni ritos. Lo que resta para encontrar un sentido malogrado a la existencia es el poder verbal y el ritmo primigenio. A despecho de la poesía barroca, que vence por saturación, los poemas del Libro del abandono dependen de la parquedad de su lenguaje y de la contención rítmica para comunicar un complejo entramado de sentidos: el viaje se convierte en una forma de aprendizaje que depende estrechamente de la inmovilidad; el erotismo revela los límites del cuerpo a condición de la ausencia; los elementos alimentan nuestra orientación en el mundo a condición de su mutación permanente. Agnósticos, agonistas y perpetuamente confundidos, los personajes de Javier Acosta no se resuelven en una flama de esperanza. Maestros violentos y acabados, aprendices llenos de soberbia, un dios que no resuelve su género y la constante sensación de que no existe posibilidad de volver a lo que fuimos, son los rostros que toman estos poemas para llamarnos a la redención. Perder todas las batallas es la preparación única para enfrentar este horizonte sin dioses.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2010. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.