Ana quedó muy sorprendida, pues descubrió que su botón le decía cosas, que esos pequeños objetos eran capaces de comunicarse con sus dueños, claro, si éstos eran observadores y atentos a lo que los botones querían decir con sus caritas.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2005. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.