Hicieron falta circunstancias históricas muy especiales para dar lugar a semejante personaje. Pese a tu indestructible fidelidad al partido, o precisamente a causa de ella, tú, Rosendo Gómez Lorenzo, pudiste servir a objetivos radicalmente opuestos a lo largo de tu vida. Con toda la fuerza física y moral de un protagonista de Salgari (Efraín Huerta te apodaba con razón “El capitán Sangrefría”), buscaste serle fiel tanto a los altos ideales de la clase obrera como a los intereses inmediatos de la burocracia soviética, dos fines que coincidieron cabalmente en un punto para separarse después inexorablemente, desgarrando en su ruptura el destino de toda una generación de militantes: la tuya.
Óscar de Pablo
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2015. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.