Las calles, los barcos, los manglares, los alaridos, incluso los días con sus tardes, constituyen en Te deslíe esta lluvia, el indicio de un lenguaje que consentiría la compenetración de almas y conciencias; pero develan, al mismo tiempo, su ausencia. La palabra aquí es una voz que nombra y que diluye; que evoca y desdibuja; que crea y aniquila; "nada nombro / que no se vuelva sal". murmura el poeta, que sólo sabe presentir, adivinar la carne, la arena-piel, la espina, sin llegar a acariciarlas: "La rosa de los vientos se ha secado", alcanza a vislumbrar, con sobresalto.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2013. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.