El presente volumen reúne dos obras dramáticas de Alaciel Molas. En la primera de ellas, Cuando nos llamábamos Benito Cereno (o érase una vez en dos actos), personajes, acciones y lenguaje parecieran destruirse alrededor de algo impronunciado: la posesión inmediata, carnal, de la historia, la propia historia, reducida o elevada a objeto de deseo, a fuente de poder, pero siempre imposible, inaprensible, escondida en los polos casi idénticos de la negación y la esperanza. De Las Pepenadoras, acaso pueda decirse que muestra las íntimas relaciones –metafóricas, sí, pero también concretas– entre el lenguaje humano y los despojos que produce el pepenar la basura, como severos espejos de la ficción y todas esas operaciones imaginadas con que intentamos demostrar que esta vida fue nuestra alguna vez.