Después de varios meses de competencia los finalistas eran tres: el joven Marlboro, Camel, y la señorita Benson. Para entonces, el rating de la televisora alcanzó niveles que le permitían colocar varios ceros al costo por anuncio en las dos horas que transmitían el programa en cadena nacional. También rompieron marca las suscripciones para ver las veinticuatro horas del espectáculo en televisión satelital o internet.
A diferencia de otras mecánicas de reality shows donde el morbo entre los espectadores se despertaban básicamente por una aparente superación personal de los participantes, en Fúmate los pulmones, la victoria se conseguiría hasta la muerte. El ganador sería el primero en fallecer por fumar en exceso. El premio era un amplio reconocimiento post mortem que incluía una serie de homenajes, develación de estatua, el rostro del ganador en las cajetillas de una edición especial de sus cigarros favoritos y la extirpación de sus pulmones para colocarlos en un museo dedicado a las estrellas de TV.