De Vuelta señala de inmediato las adolescencias de ese largo período de la vida; un teatro breve, tal y como lo señala el autor: "teatritito" (...) Son obras para presentarse en la parada de un autobús, en una caja de supermercado, en el cuarto de un motel, en un cajero automático, en el parque, en la calle o en un teatritito, precisamente estos espacios son el garante de un teatro lleno de públicos que disponen de la prisa y el estrés cotidianos (...) El conjunto de De Vuelta es precisamente cubrir esos huecos en la vida cotidiana y aun en el alma de esos seres bisoños para enfrentarse, en estas veinte obras breves, del paso de la pubertad a la madurez; llevándose consigo el aniquilamiento moralista de los personajes viejos que aparecen constantemente en el plano existencialista de los jóvenes. Exorcizar lo maniqueo, lo anticuado, las consejas, y proyectarse en un mundo que ciertamente ha perdido sus valores referenciales.
Ricardo Pérez Quitt