Como ha señalado Paul Valery: "Todo instante cae a cada instante en lo imaginario... lo falso sostiene a lo verdadero; lo verdadero tiene a lo falso por ascendente... ¿Qué sería pues, de nosotros sin la ayuda de lo que no existe?" Los cuentos forman -dice el autor de este libro La moneda de Dios- la estructura básica de la cuna de la literatura; de ahí que nadie que escriba debe prescindir de ellos. Siempre existe algún relato que hace nido en la cabeza y cual virus o tumor benigno, que ls hay, nos mantiene vivos con los esperanza de escribirlo, de extirparlo y mostrarlo sobre la hoja blanca. Pueden permanecer años dentro de nosotros o incluso morir con uno, pero aun cuando vean la luz de los signos, alimentan la fantasía. Constantemente la gente los dice, los cuenta y se convierten, con el tiempo en tradición oral; viajan y mudan de piel con los idiomas en que son relatados. Algunas veces, al escucharlos o leerlos, hasta creemos que la invención de tal o cual narración es propia. Misterios de la mente.