En esta colección de relatos, compilada por Arturo Terán y Juan Carlos Valdovinos, tenemos a 18 autores —un tercio de ellos del sexo femenino—, en su mayoría jóvenes, algunos con un recorrido razonable en su carrera literaria, otros con apenas unas cuantas publicaciones, pero todos vinculados por esta tendencia escritural que es preferible a decir que se trata de un "movimiento", un género o un estilo.
A continuación podrán leer lo mismo historias descarnadas, grotescas, violentas, intensas, plenas de un intenso y extraño erotismo, que los descarnados avernos de lo cotidiano, de la facultad existencial, del encabronamiento de personajes que se juegan el todo por el todo por una cerveza, por un popper, por una caricia o por el amor eterno.
Más allá de las etiquetas, en El infierno es una Caricia hay una buena muestra de la narrativa que se escribe desde el aquí y el ahora de personajes inmersos aferrados a los últimos reductos de humanidad que les permite una sociedad despiadada, enajenada por el consumismo y los medios de comunicación, por el egoísmo y la avaricia de un sistema que a veces parece arrastrarnos inexorablemente a la catástrofe.
Paradójicamente, en estos personajes desahuciados, sin mayores expectativas que la propia sobrevivencia, es posible que el lector encuentre un atisbo de esperanza para soportar su propio e insoportable infierno de todos los días.
A continuación podrán leer lo mismo historias descarnadas, grotescas, violentas, intensas, plenas de un intenso y extraño erotismo, que los descarnados avernos de lo cotidiano, de la facultad existencial, del encabronamiento de personajes que se juegan el todo por el todo por una cerveza, por un popper, por una caricia o por el amor eterno.
Más allá de las etiquetas, en El infierno es una Caricia hay una buena muestra de la narrativa que se escribe desde el aquí y el ahora de personajes inmersos aferrados a los últimos reductos de humanidad que les permite una sociedad despiadada, enajenada por el consumismo y los medios de comunicación, por el egoísmo y la avaricia de un sistema que a veces parece arrastrarnos inexorablemente a la catástrofe.
Paradójicamente, en estos personajes desahuciados, sin mayores expectativas que la propia sobrevivencia, es posible que el lector encuentre un atisbo de esperanza para soportar su propio e insoportable infierno de todos los días.
Guillermo Vega Zaragoza
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2011. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.